Hace 11 años mi profesor de español me sugirió ver El Secreto de sus Ojos, la nueva súper película argentina con Darín (¡sorpresa!), que, según él, era muy, muy interesante.
Ya no me recuerdo si él tenía el DVD y me lo prestó, o si hice download de la película. Lo que sé es que no había subtítulos… Mi profesor era peruano, y aunque mi primer profesor de español haya sido un argentino, este era un acento que para mí era muy difícil.
Pues bien, me puse a ver las dos horas y cuatro minutos de película. Un suspense policía, una investigación de un crimen extremamente violento y un poco de romance velado entre Darín y Soledad Villamil… Pero a los 15 minutos yo ya estaba extremamente cansada, no comprendía más que veinte por ciento, y para mí era una incógnita gigante el uso de las palabras “boludo” y “pelotudo” que se repetían constantemente y parecían cambiar el uso a todo instante. Después en clase, mi profesor me preguntó qué tal fue ver la película y yo le dije “Bien, pero… ¡No entendí nada!” (Risas).
Ayer he decidido ver la película nuevamente, pues ya no me acordaba de casi nada, y el día un tanto frío y con lluvia fue una combinación perfecta. Nuevamente, ahora ya en Amazon Prime, veo sin subtítulos. El primer punto es que ahora sí puedo reconocer lo increíble que es esta película, el guion es muy bien escrito con un final muy interesante que yo creo que agrada a los espectadores en general. El segundo punto es lo feliz que me puse cuando llegué a los créditos finales con la sensación de realización personal.
Entiéndeme: no es como si yo no supiera que tuve una gran evolución con el idioma, con los estudios por todos estos años. ¡Pues me he convertido en profesora! La cuestión es tener un punto exacto de referencia y poder comparar mi principio con el presente.
Empecé a estudiar español por pasión a los 14 años. A los 15, cambié mi gran fiesta por clases de español. Esto es lo que yo realmente quería, lo que para mí hacía más sentido. Y esa decisión ha cambiado mi universo completamente y ha sido parte fundamental de mi formación como persona. He conocido muchas culturas, personas, historias, escritores, cantantes, películas, gastronomías, ¡todo a través del español! Y así, aprender idiomas se ha convertido en una nueva pasión, casi como una adicción (de las buenas). Luego seguí con el inglés y ahora con el francés, que en principio no me gustaba para nada, pero después de tener muchos alumnos de portugués que solo hablaban francés, decidí que sería mi próximo idioma a aprender.
Siempre digo que es muy importante que nuestros maestros sean también constantes alumnos. Eso es algo no solo de humildad, pero también de no olvidarse lo difícil que es aprender algo nuevo. Lo vulnerable que nos sentimos, expuestos, como niños nuevamente. Y lo bonito que es el camino y cada uno de nuestros pasos al aprender algo. Nuestro esfuerzo al estudiar, en no desistir, principalmente cuando tenemos tantas otras tareas y responsabilidades en nuestras vidas, y, aun así, seguir por pasión, por un sueño, por un objetivo.
Los idiomas son orgánicos y están en constante cambio, constante evolución. Así que me considero siempre una alumna, incluso de portugués, mi lengua materna, pues siempre que aprendemos un nuevo idioma, aprendemos más de nuestra propia lengua. Además, idiomas son puertas para nuevos mundos. Conocer y aprender con otras culturas mientras estudiamos es lindo.
Por fin, te propongo un desafío: mirar hacia atrás y darte cuenta de tu evolución. De tu esfuerzo. Y si aún no has dado el primer paso, ¡te invito a hacerlo! Como decimos en Brasil: nunca es tarde para empezar.
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